Durante la segunda quincena de marzo y todo el mes de abril de 2020, nuestras salidas estaban estrictamente limitadas a lo esencial: comprar alimentos. Durante ese tiempo, una atmósfera de 'guerra invisible' nos acechaba y no tuve el valor de hacer fotos en la calle; era violento. Todo era desconfianza y distancia. Las miradas estaban atrincheradas tras una mascarilla, detectando al posible contagiador.
Pero llegó el primer fin de semana de mayo y algo cambió. Teníamos ganas de calle, un horario y un área a la que ceñirnos. 'Core Área' nace de mi desesperación por capturar aquel momento desde la tripa. No hay un buen enfoque, no hay encuadre, no hay visor ni pantalla. La cámara, en lugar de ser una herramienta de observación, se convierte en un objeto casi clandestino y cuelga de mi cuello como si fuera un bolso; reflejo del miedo al juicio social que todos sentimos en esos días. Fue la única manera de estar cerca, de no alterar y de no molestar mientras retomábamos la vida con distancia, mirando escaparates y redescubriendo los lugares que ya conocíamos.
